Comentario
La Rajputana o "tierra de reyes" comprende una agreste llanura entre las cuencas del Indo y del Ganges, ocupando las actuales provincias de Rajasthan, Haryana y parte de Madhya Pradesh. La Rajputana ha sido siempre el reino rajput más poderoso en cuanto a prestigio y ascendencia mítica, a pesar de ser una de las regiones menos fértiles del norte de India.
No olvidemos que en esta planicie se desarrolló la gran epopeya del "Mahabharata", de cuyos héroes quieren descender los rajput. Además, la Rajputana ha sido siempre la tierra india conquistada por los guerreros invasores, la mayoría de los cuales, tras su asentamiento, son aceptados por los brahmanes dentro de la casta de los kchatryas (nobles). Es realmente de esta mezcla de guerreros aristócratas de donde surgen los 36 clanes rajput originales, entre los que destacarán los Pratihara, que consolidan su reino desde el siglo VIII al XI.
Es más que probable que los Pratihara fueran descendientes de los hunos heftalitas que invadieron el imperio Gupta a finales del siglo V, estableciéndose algunos en las zonas montañosas de Rajputana. A partir del año 725 gobiernan este reino desde Ujjain, después desde Kanauj (816) y Gwalior (1000). Finalmente, a partir del año 1036 fueron masacrados por la invasión islámica de Mahmud de Ghazni.
Es precisamente la conquista islámica la causa directa de la escasa existencia de arte rajputaní. Apenas unas pocas mandapas se salvaron, al servir como salas hipóstilas de oración para los islámicos, una vez cerradas en su costado occidental (hacia la Meca) por el muro de la quibla, y habiéndose destruido previamente toda su decoración figurativa. Es el caso de la vieja mezquita de Delhi, junto al Qutb Minar, en la que todavía 480 pilares reflejan la virtuosa labra de guirnaldas florales, vasos rituales y campanas de culto hindú y jaina.
En Osia, cerca de Jodhpur, pueden verse las ruinas abandonadas de un antiguo complejo religioso (16 templos hindúes y jainas) construido a lo largo de los siglos VIII al XI. Los nagara de Osia permiten establecer las características del estilo rajputaní: volúmenes yuxtapuestos como en Orissa, pero valoración del soporte como en Bundelkhand. Absolutamente original es la mandapa exenta a los pies del templo; a modo de bosque de columnas profusamente decorado, destinado a la oración y a la danza sagrada, parece más un pabellón principesco que una estancia sacra.
El éxito de esta mandapa aislada y principesca rebasa las fronteras de la Rajputana y, desde el siglo XI, podemos observar su influencia en Gujarat y Bundelkhand; algo más tardíamente alcanza el reino de Orissa, haciendo su presentación triunfal en el templo del sol de Konarak, ya comentado.
No resulta demasiado aventurado establecer una relación entre esta mandapa sagrada y el baradari laico, al menos en lo que respecta a la estructura arquitectónica. Un baradari es una estancia exenta, de planta cuadrada o rectangular y techumbre adintelada, abierta en sus cuatro lados (sin ningún tipo de muro) y concebida como un pabellón de columnas. Puede multiplicar sus pisos en altura, disminuyendo proporcionalmente hasta lograr una estructura troncopiramidal, pero siempre respetando la columnata interior.
El baradari es un edificio civil (preferentemente principesco) que se utiliza como lugar de esparcimiento y refugio del calor, gracias a su ligerísima estructura aérea en la que reina la sombra y la brisa. A pesar de su origen hindú, tuvo tal éxito en los Sultanatos Independientes (siglos XIII al XV) en el Imperio Mogol (siglos XVI al XIX) que en la actualidad pasa por ser una arquitectura islámica.